La puesta de límites con amor, firmeza y respeto
En la vida de cada persona, es de suma importancia saber poner limites, primero a uno mismo y luego a los demás. Las personas que saben hacerlo serán más equilibradas psicológicamente, tendrán una vida más ordenada y tranquila y una mejor relación con los otros.
Muchos padres y madres piensan que poner límites significa demostrar rigor o falta de cariño. Por el contrario, poner límites es una demostración de cariño hacia los hijos, ya que estamos proyectándonos hacia el futuro para que sean unas mejores personas, autónomas y respetadas.
La puesta de límites se debe hacer desde que nuestros hijos e hijas son muy pequeños porque si no, se corre el riesgo de que cuando sean mayores no tengan incorporado el concepto de autocontrol ni el de saber poner límites a los demás. Al no tener autocontrol, cuando sean adultos se pueden perjudicar a sí mismos a través de diversas conductas que pueden dañar su salud (comer exageradamente alimentos, consumir sustancias dañinas como las drogas o alcohol, etc.)
Es posible que al principio sea dificil, puesto que los niños y niñas manejan mal las frustraciones, quieren ser siempre los ganadores y ganadoras y tener la razón. Hay niños/ñas que tienen más dificultades que otros para elaborar sus frustraciones. Son los padres y madres lo que deben enseñar a sus hijos/as que en la vida siempre van a tener que enfrentarse a frustraciones y que no siempre se gana. Pero sobre todo, deben aprender que en la familia existe el principio de autoridad que radica en papá y mamá como unidad.
Para impartir límites, es de gran importancia el tono de voz, esta debe dar la sensación de autoridad, pero también de amor y consideración por el niño o niña, puesto que la idea no es dar miedo ni asustar al niño o niña para que obedezca, ellos deben obedecer por el respeto que tienen a sus padres. Cuando se pone límites a los niños, hay que hacerlo en forma decidida y no cambiar a cada instante las órdenes pues hace disminuir la credibilidad de los padres frente a los hijos/as, (esto se llama consistencia).
Asi como el tono de voz, también es sumamente importante que ambos padres se apoyen mutuamente en la decisión tomada y que el niño no encuentre mensajes contradictorios. Si uno pone límites y el otro es permisivo no será posible la puesta de límites, porque el niño recurrirá siempre a su progenitor más permisivo para hacer lo que quiera. Aunque los padres no estén de acuerdo entre sí, deberán mostrar acuerdo frente al niño. Después a solas podrán resolver sus desacuerdos.
La disciplina es necesaria para el desarrollo de un carácter firme y socialmente adaptado; pero una buena disciplina no es sinónimos de gritos, castigos o golpes; éstos sólo producen dos tipos de resultados: o un niño rebelde, agresivo e irrespetuoso de las normas de la sociedad, o un niño/ña atemorizado, tímido, socialmente incompetente, carente de iniciativa, fácilmente manipulable e incapaz de hacer respetar su propia individualidad.
Una buena disciplina requiere de aceptación del niño/niña, paciencia dedicación, atención, consistencia, firmeza y flexibilidad de parte de los padres. Ellos deben ponerse de acuerdo respecto a las expectativas, límites y derechos del menor, y hacer que éstos sean expresados en términos precisos o adecuados a su capacidad de comprensión. El reconocimiento atento de sus buenas cualidades y las conductas aceptables, producen un mejor efecto que la crítica o el castigo ante las conductas inaceptables.
Eduquemos con amor y respeto!!