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Nuestros hijos son de Marte

Muchas veces cuando estoy en conferencias con padres y les digo que deben tener mucha paciencia en la crianza con sus hijos e hijas, me dicen que es muy dificil y que a veces pareciera que sus hijos se portaran mal a propósito. ¿Es eso posible?, es decir, ¿es posible que esa criatura que vino al mundo por nosotros tuviera la intención de hacernos enojar? si eso fuera cierto, ¿cuál sería la razón?

Por otro lado, recuerdas ¿cuántas veces tus padres tuvieron que ¨recordarte¨ que hagas las cosas, como por ejemplo bañarte o lavarte los dientes? Entonces, ¿Cómo así esperamos que nuestros hijos nos hagan caso a la primera? ¿Cómo así esperamos no repetirles las cosas muchas veces? El hecho que prefiramos que obedezcan a la primera, no significa que tenga que ser así, es decir que vengan al mundo dando por su puesto todas las reglas de la casa.

Creo que sería bueno recordar que nuestros hijos viene al mundo sin ningún conocimiento, todo lo van a aprender de nosotros: observando-practicando, ¡es como si vinieran de otro planeta!

Este aprendizaje natural se llama “aprendizaje por modelado” y consiste en aprender, justamente por observación de modelos y los modelos más cercanos son papá, mamá y hermanos.

Es a partir de la interacción diaria con la familia donde nuestros hijos irán aprendiendo la manera de relacionarse: aprenderan sobre el contacto, el afecto, los roles, las normas, lo que se debe o no se debe hacer ante determinadas situaciones. Irán observando y practicando, y claro está, las consecuencias que estos comportamientos originan, sean estas positivas o negativas. Por ejemplo, si nuestro hijo pequeño observa que cada vez que su hermano mayor llora consigue que le den lo que quiere, entonces él lo reproducirá de manera mejorada. del mismo modo, si ve que la mamá cada vez que grita el hijo le hace caso, también se dará cuenta que esa es la manera correcta de comportarse. Por el contrario, si ve que cada vez que el hijo hace lo que se le pide la mamá lo abraza, entonces también tratará de imitar este comportamiento.

Pensemos todos los días: ¿Qué les estamos enseñando a nuestros hijos? ¿No es acaso su comportamiento la consecuencia de lo que aprenden cada día de nosotros?

Entonces, también todos lo días debemos preocuparnos más en nuestro propio comportamieto, que en el comportamiento de ellos, tratando de ser buenos modelos y corriendo con amor y respeto aquellas conductas no aceptables en la familia.

Gina G.

“Una buena familia, comienza con un buen ejemplo de los padres”

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