Depresión infantil
Qué madre o padre no ha pasado por aquellos momentos donde nuestros hijos o hijas se quejan de todo, se enojan, no quieren jugar con nadie o se desconcentran fácilmente a la hora de estudiar, no entedemos ese comportamiento o le tratamos de dar una explicación, es entonces cuando decimos “es que está enfermito” “está con sueño” “está engreído”, “está con un genio” “muy consentido” etc Sin embargo, cuando esas conductas o estados de ánimo persisten por varias semanas aunado a otros síntomas como disminución de la vitalidad, alteraciones en el sueño y la alimentación, podemos estar frente a una enfermedad: la depresión infantil. Hasta hace poco, no se sabía mucho del tema, es más no se admitía la existencia de la depresión infantil, pero hoy por hoy se sabe que existe y tiene síntomas comunes a la depresión en los adultos pero con manifestaciones diferentes que pueden ser observados a través de la conducta. Hoy en día tanto los adultos como los niños vivimos en un mundo muy acelerado, que facilita el desencadenamiento de esta enfermedad. Para muestra un botón, pensemos por momento el estrés que pueden vivir nuestros hijos al tener que hacer todo a la carrera, salir de casa temprana, menos tiempo con los padres (porque invierten muchas horas en el trabajo), menores posibilidades de compartir con la familia extensa, con los amigos en juegos recreativos al aire libre, colegios cada vez más competitivos y exigentes, escasa comunicación, etc. Pero veamos, no pensemos que la depresión va a aparecer de un momento a otro o está aislada de lo que pasa alrededor de nuestros pequeños, por el contrario, se inserta en una red de relaciones que la hacen posible (la familia, escuela, amigos, etc.), lo que significa que para que su tratamiento surja efecto se deben abordar estas redes, realizando transformaciones dentro de la misma. Veamos cuáles son los síntomas que nos pueden alertar para tratar a tiempo esta enfermedad: • Tristeza • Irritabilidad. • Anhedonia (pérdida del placer), • Llanto fácil. • Falta del sentido del humor. • Sentimiento de no ser querido. • Baja autoestima, • Aislamiento social. • Cambios en el sueño. • Cambios de apetito y peso. • Hiperactividad. • Ideación suicida.
¿Qué hacer? Cuando estamos frente a un cuadro de depresión infantil, se recomienda a los padres y profesores bajar el nivel de exigencia, aumentar los refuerzos positivos y propiciar otro tipo de contacto, más acogedor y amoroso. Esto no quiere decir que lo asfixiemos con nuestra presencia o lo llenemos de regalos para apaciguar la enfermedad, s veces sólo basta estar presentes en sus juegos, deportes u otras actividades o momentos significativos para ellos, expresado abiertamente el cariño y lo importantes que son en nuestras vidas.
No ignore los síntomas
Déle mas atención de la acostumbrada.
Juegue con él y así le será más fácil hablar sobre sus problemas.
Lea libros infantiles con temas relacionados, dibuje, pinte, construya un rompecabezas con su hijo.
Dedíquele un momento especial y único.
Cree un ambiente más cercano y de confianza.
Hágale preguntas y esté atento a las pistas
Si su hijo dice constantemente “soy un tonto”. No les diga simplemente que no lo es, pregúntele sobre el porqué piensa que es así, si pasó algo en la escuela, etc.
El niño podrá contestar diciendo que todo es una porquería. Y entonces pregúntele qué es lo que le parece malo.
Lo importante es indagar sobre lo que piensa. Lo que necesita es atención e interés por parte de sus padres.
Establezca y mantenga las rutinas
El niño necesita sentirse protegido por una disciplina firme y consistente. Los “límites” los piden ellos.
Respete horarios.
Se sienten colaboradores y partícipes cuando se establece un horario para cada actividad.
Esté atento por si su hijo manifiesta estrés
Es necesario reevaluar el calendario diario de actividades y tal vez hacer algunas modificaciones.
Pregúntese si su hijo está haciendo demasiadas cosas y está sobrecargando de actividades.
Puede ser que se sienta cansado y estresado.
Tranquilícelo
Nada mejor que mimarlos y a la vez averiguar sobre su rutina.
Estar pendiente sobre el tipo de comida que más le gusta, si duerme toda la noche, si necesita de nuevas actividades y rutinas.
Busque tratamiento médico
En caso que su hijo empiece a aislarse, comportarse mal, o a hacer comentarios negativos sobre él mismo.
Si ve que tu hijo ha sobrepasado el límite de la normalidad, busque ayuda y apoyo médico.
El diagnóstico y tratamiento temprano de la depresión son esenciales para la recuperación temprana.
Comente el caso con el pediatra y/o psicólogo del colegio.
Por último, siempre es bueno recordar la importancia de la familia en la vida del ser humano, mucho más en el caso de nuestros hijos, es por ello que debemos PREVENIR. ¿Cómo? Pues desarrollando en ellos factores protectores que los ayuden a sobrellevar situaciones difíciles en la vida, afrontar problemas y manejar de manera adecuada las frustraciones. Es decir, propiciar un clima positivo de confianza y acogimiento que estimule la comunicación, respeto y amor entre sus miembros.
“Cuando sientas tristeza o disgusto por algo que ha pasado acuérdate de las cosas buenas y no pierdas nunca la ilusión por ti mismo”