Consecuencias de los elogios en nuestros hijos
Cuando doy charlas o converso con padres, madres y docentes, siempre les recuerdo la importancia del elogio en la construcción de una autoestima positiva en los niños, niñas y adolescentes. Y esto es algo que siempre recomendamos la mayoría de psicólogos y psicólogas “elogien constantemente sus logros, así parezcan pequeños”. Sin embargo, olvidamos decirles cómo deben elogiar, cómo no elogiar, qué elogiar y en qué situaciones. El elogio es importante, es cierto, nos fortalece y hace que nos motivemos a seguir adelante, EMPODERA y genera cambios positivos en las personas que los reciben, sin embargo un elogio mal dado puede traer efectos NEGATIVOS. Cuando elogiamos de manera indiscriminada o cuando damos un elogio no merecido, los chicos y chicas pueden crecer pensando que se lo merecen todo, incluso cuando les decimos frases como “qué inteligente que eres”, “eres lo máximo” los chicos pueden creer que son superiores a los demás y que por ello no deben esforzarse más. A veces inclusive, elogiamos de manera indirecta el comportamiento no aceptable. Imagínense por un momento un niño que golpeo a otro y le decimos “en realidad es un buen muchacho, lo hizo sin querer, ahora que le pida disculpas”; al decir esto, minimizamos el problema y no hacemos responsable al niño de su conducta, por su puesto, es muy probable que este niño continúe golpeando. Quiere decir que el elogio positivo no merecido puede llevar a que la persona CREA QUE TIENE DERECHO A TODO y los demás no. Otra forma de elogio que solemos emplear es implicandonuestros sentimientos y expectativas: “me alegro que tiendas tu cama”, “cuando comes toda tu comida me pongo feliz”, “me siento orgullosa de que saques buenas notas”. Este tipo de elogios en primera persona, a veces trae buenos resultados, sin embargo, para que esto suceda el niño, niña o adolescente tiene que preocuparse de hacer feliz al adulto y debe mantener una buena relación con este. Pero no dará resultado si es que la persona elogiada ha tenido una historia de conflictos con el adulto, o éste constantemente lo hace responsable de sus sentimientos: “me has decepcionado”, “haces que me enoje”, “me pongo triste”, etc. ¿Qué pasa con este tipo de mensaje? Pues se centra es responsabilizar a los demás de nuestros propios sentimientos o estado de ánimo y esto es una RESPONSABILIDAD muy grande para una persona en formación. También empleamos el elogio inespecífico, cuando nuestros hijos e hijas tienen algún logro, usando frases como “eres genial”, “que inteligente que eres”, “eres lo máximo”; este tipo de elogios hace que la autoestima de nuestros hijos e hijas sea directamente proporcional al logro. En este sentido, sólo se sentirán bien cuando tengan éxito y mal si es que no o cuando se equivoquen; también puede generar que se vuelvan adictos al elogio o que sean personas dependientes a la evaluación de los demás. La forma correcta de elogiar a nuestros hijos e hijas muestra de manera específica lo que él o ella ha hecho y los efectos positivos de su conducta. Es decir, cuando elogiemos debemos DESCRIBIR la conducta (lo que estamos observando) para poder lograr un cambio. De esta manera, la persona que elogia se convierte en un espejo, tratando de reflejar la conducta del niño o niña. Cuando hacemos esto, los hacemos sentirse orgullosos de sus propias acciones y peden darse cuenta de manera concreta cómo mejorar su comportamiento, es decir los ayudamos en la toma de decisiones. Imagínese nuevamente una situación específica. Esta su hija o alumna realizando un ejercicio de matemática que le resulta difícil pero al final lo logra. Tal vez el primer elogio que se nos viene sería “qué trome” o “qué inteligente”, sin embargo un buen elogio sería “veo que fue difícil realizar esos ejercicios, pero al final lo lograste” “Te diste cuenta que el hecho que te hayas quedando estudiando ayer dio buenos resultados”. Cuando usamos este tipo de elogios, estamos permitiendo a los niños, niñas y adolescentes, sentirse orgullosos de sí mismos, que puedan reconocer su esfuerzo por mejorar y señalamos además las consecuencias naturales de sus actos. Es decir, los HACEMOS RESPONSABLES de sus propias acciones.
Sigamos elogiando a nuestros hijos, hijas, alumnos y alumnas, pero prestando mayor atención a lo que decimos y la manera cómo lo decimos.
“… no hay nada de malo en ayudar a los estudiantes y a otras personas a que se sientan orgullosas de sus logros y buenas obras. Pero hay suficientes razones para preocuparse cuando se motiva a las personas a tener una alta autoestima cuando no se lo han ganado. El elogio debería estar atado al desempeño (incluyendo el mejoramiento), en lugar de darse gratuitamente como si todo el mundo tuviera derecho a él simplemente por el hecho de existir” Roy Baumeister