Las mentiras en la infancia
Los niños siempre dicen la verdad, es una frase muy conocida, pero ¿cuán cierto es esto? Lo cierto es que es un tema que constantemente me preguntan padres y madres.
Los niños poseen todo un mundo mágico lleno de fantasías donde ésta se mezcla con la realidad, a tal punto que es difícil distinguir una de la otra. Por ejemplo, cuando son pequeñitos inventan historias fantásticas o a un “amigo imaginario” con el cual conversan y juegan, o también escuchamos que conversa con sus muñecos y le atribuye cualidades que aparentemente no posee. Eso es totalmente normal.
Pero si ante esto, un adulto lo juzga como “mentirosos”, es un grave error al desconocer los periodos por los que pasa el pensamiento del niño hasta llegar a ser objetivo y real.
Por otro lado, cuando un niño miente, es porque tiene un propósito bien definido y posiblemente quiera llamar la atención, ser valorado y apreciado por sus padres y al no conseguirlo inventan cosas con las cuales desean lograr que se les preste la dedicación que anhelan.
Por ello, es importante preguntarnos por qué está mintiendo nuestro hijo o hija, porque es posible que esto se origine en las exigencias excesivas, rigidez de los padres o porque simplemente “aprendió a mentir”. Mentir sin ninguna razón sí es preocupante, sobre todo cuando el niño miente desvergonzadamente en lo más evidente. Pero debemos tener claro que para que un niño o nina mienta tiene que tener una intención: Fantasear: Los niños pequeños suelen confundir la realidad con la fantasía, en el sueño o en el juego les gusta inventar historias para divertirse o satisfacer un deseo inalcanzable. Llamar la atención: Casi todos los niños hacen “show” para exagerar sus logros. Evitar un castigo: Si el pequeño rompe algo y dice que fue su hermanito, es una forma de salvarse de la situación. Defenderse de una realidad dolorosa: Ej. “mi papá me quiere y siempre está conmigo”
Qué hacer frente a la mentira?
Evitemos sermonear, sólo debemos explicarle que entendemos sus razones para evitar ser castigado, pero que para mantener la confianza de los demás, es imprescindible la honestidad.
Debemos explicarle los beneficios de la verdad, honradez y confianza.
Aclarémosle que todos nos equivocamos y que los errores pueden repararse si los afrontamos.
Atendamos lo que quiere decir con sus mentiras.
Fijarnos en las circunstancias en las que miente para comprender por qué lo hace: – ¿es para obtener algo de los adultos de su entorno? – ¿Es para eludir situaciones en las que teme ser castigado? – ¿Lo hace para dar una imagen de sí mismo ante sus amigos?
Explicarle que mientras diga la verdad no sufrirá ningún castigo. Sin embargo, si ya lo has castigado demasiado por decir mentiras o por no haber estado a la altura de tus expectativas, es muy difícil ganarte su confianza.
Felicitarlo cuando afronte y reconozca la verdad a pesar de saber que a sus padres no les va a gustar. Si lo reprendemos al haber dicho la verdad, no le estamos enseñando el beneficio de ser honrado.
No seguirle la corriente. Si miente de manera sistemática no debemos “ignorar” sus mentiras. Esto es un error con consecuencias muy negativas. Siempre es mejor confrontarlo.
Preguntarle por qué mintió y darle confianza para que explique sus razones. Hay que enseñarle que es más valioso decir la verdad que evitar el castigo.
No reaccionar con explosiones exageradas, regaños, castigos o amenazas, porque el niño será el primer sorprendido por la magnitud de sus mentiras, descubrirá que tienen un enorme poder y las dirá de nuevo.
No empezar a jugar a los detectives creando situaciones para coger al niño in fraganti. La humillación y la vergüenza no evitan que el niño mienta; al contrario, lo llevarán a intentar mentir mejor, lo que creará más distancia entre vosotros.
Si las mentiras aparecen asociadas a un hecho traumático, consultar a un especialista, porque puede ser un síntoma de depresión.
Cuando notemos que miente para aprovecharse de los demás o para hacer daño a sus compañeros, es posible que sea un problema que debe ser tratado por un especialista.
Debemos EDUCAR EN LA HONESTIDAD lo que supone expresarse con sencillez, claridad y veracidad y es importante transmitir este valor desde que son pequeños. Los niños deben aprender a decir siempre la verdad, con respeto y sin ofender a los demás.
Solo unos padres honestos pueden criar hijos honestos.Enseñemos con el ejemplo.